EL MUSEO DEL CONVENTO DE SANTA TERESA DE COCHABAMBA: BOLIVIA
EDUARDO LUZA PILLCO
La historia de la evangelización boliviana, está asociada a la peruana, por ser parte del virreinato peruano hasta la segunda mitad del siglo XVIII, fecha en que se creó el Virreinato del Río de la Plata y pasó a formar parte de dicho virreinato.
Cochabamba marca su historia colonial desde 1542, cuando un grupo de colonizadores españoles, irrumpieron en el valle de Kjocha Pampa, colindante con el poblado indígena de Canata, tuvieron que pasar 10 años para que uno de los capitanes de Pizarro: Garci Ruiz de Orellana compraran unas tierras a los caciques de Sipesipe, Achataray y Cosavana y sobre estas propiedades y otras vecina el Virrey Toledo fundó la Villa de Oropesa el 2 de agosto de 1571: Carlos Mesa Gisbert, José de Mesa y Teresa Gisbert. Historia de Bolivia: 2017. 108.
El nuevo poblado se emplazó a orillas del rio Rocha (nombre dado por el apellido del capitán Martín de Rocha).
A partir de ese momento el proceso evangelizador, comenzó a cambiar las formas culturales de los pueblos indios de esta región, llegaron sacerdotes de diversa órdenes, y se rigieron bajo las disposiciones de la Audiencia de Charcas.
Para 1760, llegaron desde la ciudad actual de Sucre cuatro hermanas religiosas de la orden de las Carmelitas, fundando un primer monasterio de monjas contemplativas en la Villa de Oropesa (Cochabamba). El convento de las carmelitas, sólo recibía 21 monjas que podían ser de velo negro o velo blanco, el color de los velos hacía una distinción económica entre ellas, las primeras mujeres de recursos económicos altos y las segundas mujeres pobres y que estando dentro no asumían ningún cargo y estaban sujetas a las monjas del velo negro, quienes vivían en comunidad, sólo se aceptaba el ingreso de una nueva novicia cuando fallecía una de las monjas.
El convento originalmente tuvo dos claustros, y el extenso terreno que posee estaba destinado a huertos de cultivo de productos de pan llevar.
Hoy día el convento de la Carmelitas descalzas de Cochabamba se ha convertido en museo de visita pública, en la que se pueden apreciar un conjunto de muestras museográficas, que van desde pinturas coloniales que fueron producidas en Bolivia y Cusco así como esculturas de santos y santas. El museo se ha adecuado a las instalaciones del antiguo convento y merece ser visitado.
El recorrido empieza con la explicación del torno, lugar de comunicación de las monjas con el mundo exterior sin que puedan ser vistas por personas públicas, la imagen de San José y la Virgen María pinturas coloniales bolivianas del siglo XVII, se convierten en los guardianes de ese primer espacio en la que se respira un aire de amor a Dios en la soledad del Carmelo.
Llama la atención de un conjunto de tres niños Jesuses dormidos cusqueños, algo que en la ciudad del Cusco no se conoce, sin embargo fueron encargados a tallarnos en el Cusco. Un pequeño baúl rebatible. Una Botica que reduce a un armario que contienen frascos pequeños de vidrio en los que se guardaban las medicinas.
La fábrica de velas de cera, que las mismas monjas realizaban, se cuenta que era una forma de castigo para aquellas que habían infringido alguna regla, pues con sus manos desnudas moldeaban las velas de cera caliente.
La sala del calvario, que está presidida por un retablo de un cristo crucificado en cuyos muros se aprecian un conjunto de diez lienzos de gran tamaño pinturas coloniales bolivianas del siglo XVIII.
Un espacio interesante es la muestra de una celda en la que parece que el tiempo se hubiera detenido, una cama muy modesta de un colchón duro, y una almohada de paja, una pequeña mesa con un velero que tiene una especie de cobertor que impide que la luz de la vela se expanda por la habitación, un hábito carmelita, un crucifijo de gran tamaño colgado en la pared.
La biblioteca con un número pequeño de libros que datan de los siglos XVI, XVII, XVIII y XIX, cuyos temas son variados.
El museo es uno de los atractivos más importantes de la ciudad de Cochabamba en la que el turista no puede dejar de visitar.
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