Fuentes que originan la danza y el teatro en el Perú
Esta forma de la expresión poética bailable y festiva (el canto-música-baile) interpretaba los pensamientos,
las impresiones y los sentimientos colectivos más joviales e, igualmente, los más sombríos. (Florián 1990: 43)
El pueblo incaico, a semejanza de las nacionalidades preinkaikas (sic) poseía un gran poder artístico para la realización
de todo género de obras de arte. Él no puso en práctica un teatro al estilo del teatro de Occidente. Pero cultivó espectáculos
en los que se representaban acciones mediante la mímica, el canto, el diálogo, la música, la exclamación, el baile y la danza
imitativos, cuyo fin último era divertir y educar al pueblo.
(Florián 1990: 121)
El taki: fiesta de arte integral desde tiempos prehispánicos
El Perú es un país privilegiado en el cultivo de danzas que se presentan durante todo el año en contextos festivos diversos, en la Costa, los Andes y la Amazonía. ¿Por qué hay tantas fiestas y danzas en nuestro país? Considerando que existen 1.800 distritos en los que se albergan 5 mil comunidades campesinas e indígenas reconocidas, además de la dinámica cultural de los pequeños y grandes pueblos, de las instituciones o asociaciones culturales y de emigrantes en las grandes ciudades,
es posible que existan más de 2 mil danzas distintas vigentes.
Los Takis o representaciones integrales se organizaron hasta la Revolución de Túpac Amaru II, tiempo en el que se reprimió violentamente el movimiento (1781) y se prohibieron bajo pena de castigo (azotes, encierro y hasta la muerte) todas las expresiones culturales, los idiomas nativos, las formas religiosas, etcétera, es decir, todo aquello que hiciera recordar la historia de sus antepasados, como se puede leer en documentos de la época colonial.
(Estenssoro, 2003)
Esta enorme riqueza festiva puede deberse a la ausencia de escritura alfabética en los tiempos prehispánicos, como ya vimos en la anterior unidad. Entonces, la transferencia de conocimientos se realizaba de diversas formas artísticas, entre ellas las fiestas en que se danzaba y se representaban historias como una manera de transmisión y preservación de la cultura; es decir, se teatralizaban mitos y leyendas por medio del canto y del baile.
Los Takis o representaciones integrales se organizaron hasta la Revolución de Túpac Amaru II, tiempo en el que se reprimió violentamente el movimiento (1781) y se prohibieron bajo pena de castigo (azotes, encierro y hasta la muerte) todas las expresiones culturales, los idiomas nativos, las formas religiosas, etcétera, es decir, todo aquello que hiciera recordar la historia de sus antepasados, como se puede leer en documentos de la época colonial.
(Estenssoro, 2003)
Una forma prehispánica que integraba todas las artes, era el taki. Esta era una representación integral –conformada por canciones, personajes enmascarados, parlamentos o textos, danzas,
Durante la fiesta de la Mamacha Carmen y la fiesta de Qoyllour Rit’y, dedicada al Apu Ausanqate, dos grupos de danza, los Qhapaq Qolla y los Qhapaq Ch’uncho, escenifican un acto teatral al que llaman “guerrilla” y que conserva todas las características del antiguo taki.
El argumento de este hecho teatral integral (contiene: canto, música, danza y teatro), que escenifica el enfrentamiento entre los dos grupos de danzantes, se encuentra en la literatura oral de la comunidad campesina de los Q’eros, y narra la fundación del Tahuantinsuyo a través del mito de los hermanos Inkarri (rey de los chunchos en la danza) y Qollarri (caporal de los collas en la danza), quienes establecen una relación de reciprocidad y competencia, de la cual Inkarri resulta vencedor.
En este relato mítico, recopilado por el historiador y etnólogo Efraín Morote Best3, Inkarri rapta a la hija de Qollarri y con ella forma la pareja mítica que funda el Tahuantinsuyo. Por ello, durante la representación de la “guerrilla” de Paucartambo, igual que en la celebración de Qoyllour Rit’y de Ocongate, el rey de los chunchos rapta a la Imilla, personaje femenino de la danza de los collas.
La unión de Inkarri con la Imilla relaciona dos ámbitos geográficos distintos y complementarios: la selva caliente, con toda su producción de valle y bosque de donde son originarios los chunchos, y la puna fría, con todos sus productos de montañas altas y de camélidos, hogar de los collas De este modo, las versiones míticas e históricas se mezclan, pues los cronistas
dan cuenta de que pobladores de la cultura selvática de los chunchu, una vez conquistados, formaron parte del ejército incaico. Los incas lucharon contra los collas en Pauqarqolla, lugar de donde proceden los danzantes
collas, según dicen en sus canciones.
Desde la época prehispánica, la producción agraria se programa de acuerdo con las estaciones y el clima, así se establecieron ciclos agrarios propios de cada producto, ya sea el maíz, la papa, el olluco, la quinua, etcétera.
La relación especial con la tierra, el respeto profundo por ella, la valoración y consideración que se tiene por el agua, así como el conocimiento del funcionamiento astronómico y ecológico, hicieron que en las culturas peruanas se cante y dance celebrando la fertilidad y la vida.
Los rituales, fiestas y faenas, para celebrar la fertilidad o rendir homenaje a la tierra, así como para trabajar en la agricultura, se expresan hasta la fecha a través de la música, las canciones, las danzas; como se puede observar en el canto Jailli chajra yapuy.
Durante mucho tiempo, la principal fuerza de tracción o energía usada fue la energía humana; es decir, la fuerza
física de las personas que, organizadas en grupos, podían realizar una serie de trabajos que individualmente
no hubiera sido posible lograr: andenes, tierras de cultivo, agricultura, canales, puentes, caminos. Precisamente,
desde la preparación del terreno, la construcción y mantenimiento de canales, el riego, la siembra, el cultivo
y recultivo de las plantas, la cosecha, el traslado de productos, la selección y procesamiento, todo era realizado
colectivamente, fusionando el trabajo con la música, la danza y la fiesta: celebrando y trabajando al mismo
tiempo. En nuestros días, en muchos lugares del Perú, todavía se sigue empleando el trabajo colectivo unido a
la celebración y la fiesta.
“En muchas danzas andinas, los bailarines diseñan en su desplazamiento colectivo figuras que podrían entenderse como grandes dibujos hechos en el suelo, con la misma destreza y abstracción con que se diseñan los motivos de la flora y la fauna en los tejidos o se pintan en piezas de cerámica o se trabajan en los mates burilados”.
(Ediciones Peisa, 2005: vol. Huánuco, 165)
La fiesta del agua: patrimonio cultural de la nación
Un ejemplo actual de un evento que integra una cosmovisión de respeto a la vida, el trabajo colectivo, el desarrollo de la música, la danza y la expresión teatral es la Fiesta del Agua, que ha sido reconocida oficialmente como Patrimonio Cultural de la Nación.
Esta fiesta-faena colectiva se realiza en muchos lugares del país, reuniendo a las comunidades, a los varones y mujeres, a los viejos y a los jóvenes, quienes, continuando con formas culturales ancestrales, realizan de manera colectiva la limpieza de los canales.
A veces recibe el nombre de Champería o Yarqa Aspiy, entre otros.
En esta fiesta se trabaja y se rinde homenaje al agua, a la tierra, a las deidades o fuerzas de la naturaleza, celebrándose la vida misma: a la Pachamama. Se canta con alegría, se danza con entusiasmo, se comparte la bebida y la comida, se regocijan todos por el agua que brota de la tierra a través de los puquios o manantiales.
Otras danzas surgidas en contextos agrarios
Una de las danzas que se presenta en homenaje a los Apus o divinidades del agua y las montañas es la Danza de las Tijeras. Esta danza se origina como parte del movimiento del Taky Onqoy, (danza de la enfermedad), el que durante la Colonia se alzó contra la dominación española para restablecer a las deidades nativas. La Danza de las Tijeras continúa hasta hoy ligada a los rituales de la tierra y del agua.
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