Mancio Sierra de Leguizamo: Conquistador y alcalde del Cusco
Un año después del arribo de los conquistadores a Cajamarca, el Marqués Francisco Pizarro, comenzó a distribuir encomiendas entre los españoles que habían llegado junto a él. A estas primeras encomiendas se les denominó como repartimientos, que posteriormente dieron origen a la demarcación política del virreinato.
Don Mancio Sierra de Leguízamo[1], natural de la Villa de Pinto[2]: Madrid, personaje importante en el proceso de conquista, pero igual que muchos de los españoles que llegaron, con un pasado sin mucha trascendencia, fue uno de los primeros encomenderos en el Tahuantinsuyo, él recibió una encomienda en el pueblo de Alca[3], perteneciente al partido de los Chumbivilcas y Condesuyos de Cusco.
Conocer un poco de la historia personal de Mancio Sierra es importante, por su calidad de primer encomendero del pueblo de Alca y además saber, cómo los españoles por razones políticas y económicas se movieron dentro de las dos repúblicas: indios y españoles.
De la vida de Mancio Sierra, se conoce muy poco. En su tierra natal, más allá del año de su nacimiento que fue en 1515, no hay otro dato que nos permita reconstruir su vida, o por lo menos la forma como se enroló en el grupo de españoles que llegaron al Tahuantinsuyo. Mancio Sierra tuvo una debilidad que ha sido muy difundida y que más adelante tocaremos: era el vicio de haber sido un jugador de cartas empedernido, suponemos que eso lo traía desde España.
Debió haber
sido la fortuna y la fama, la que se impusieron en sus deseos de convertirse en
un conquistador, objetivo que se cumplió, una lectura a su testamento nos
permite saber que efectivamente este personaje se hizo de fama y fortuna.
El apellido Sierra de Leguízamo, en la documentación oficial del siglo
XVI comenzó a aparecer luego de la Toma de Cajamarca, aunque en dicho asalto
parece que “el conquistador” no estuvo presente, James Lockhart,
en su magistral libro “Los de Cajamarca…” no lo menciona dentro de los hombres
que estuvieron en el asalto, subrayando que no recibió la parte que le
correspondía en ese primer reparto de tesoros, por el contrario Lockhart lo
adjetiviza como “El vetusto mentiroso más prominente” (James
Lockhart 173: 1972), en oposición a lo mencionado por
el propio Mancio, quien en su testamento afirma que “…se partieron las partes
de Cajamarca entre los conquistadores, a mí me cupo como a uno de ellos, hasta
dos mil pesos de oro…” (Mendiburu 394: 1887). No vamos a discutir la afirmación
de Lockhart, por cuanto él lo prueba.
[1] Algunas veces aparece como Serra por ejemplo Garcilaso; el segundo apellido también sufre alguna variación, pues lo nombran como Leguizamón, pero nosotros utilizaremos la forma de cómo se hace llamar en su testamento, es decir, Leguízamo.
[2] Aunque solamente la denominan como Pinto.
[3] Alca actual distrito de la provincia de la Unión en Arequipa.
La participación de Mancio Sierra en la conquista del Tahuantinsuyo fue ardua, en más de una oportunidad pudo perder la vida, como fue durante la rebelión de Manco Inca, (Pedro Pizarro; 128: 2013), estas actitudes de entrega le permitieron ubicarse dentro de la élite española, también fue un soldado calculador, porque cuando se produjeron las guerras civiles entre españoles supo jugar a favor del rey, es así que durante la rebelión de Gonzalo Pizarro, Mancio Sierra se apartó de rebelde español y se alineó más bien detrás de Blasco Núñez de Vela virrey del Perú (Mendiburu; 344: 1887).
Mancio Sierra llegó al Cusco junto a Francisco Pizarro, estuvo en la fundación de la ciudad, sabemos que fue uno de los firmantes del acta de fundación en agosto de 1534, también se sabe que firmó como vecino de la ciudad (Mendiburu 343: 1887), y por lo tanto debió haber recibido solares, por lo menos uno, Garcilaso indica que le entregaron una parte del Amaru Cancha[1] cuyo propietario original fue el inca Huayna Capac, más tarde pasó a propiedad del templo de la Compañía de Jesús a través de una compra-venta.
El Amaru Cancha, fue una de las principales residencias incas, que se ubicaba en la esquina sudoeste de la plaza, cerca del río Saphy. La importancia de la vivienda se nota en la distribución de la misma, pues durante el reparto de solares le tocó a Hernando de Soto, uno de los más encumbrados miembros de la expedición de Pizarro (Bauer; 243: 2008), señalemos que no toda la propiedad se la dieron a de Soto, sólo una parte, otra parte del solar le toco a Mancio de Sierra, Garcilaso aclara que la casa había sido dividida entre varios españoles. Una primera muestra de la jerarquía de Mancio Sierra de Leguízamo, dentro de la élite española se presenta a través de la posesión de este solar, pero no fue la única, el Marqués Francisco Pizarro, un año después de la toma de Cajamarca, le entrega en encomienda el repartimiento de Alca[2], seguramente que este repartimiento contribuyó con el ascenso económico del conquistador, aunque el propio Mancio indique en su testamento que solo le rentaba cuatro mil pesos anuales (Mendiburu 397: 1887).
El conquistador era consciente que los
entroncamientos matrimoniales con la élite final inca, daba réditos, entonces
contrajo matrimonio con Doña Beatriz Mango Khapajh hija de Huina Khapajg (sic)
hermana de Manco Inca, producto de esa relación nace un hijo al que lo bautiza
como Juan Sierra de Leguízamo (Mendiburu; 396: 1887), quien más tarde jugará
roles políticos importantes dentro del Cabildo de la ciudad (Diego de Esquivel
y Navia; 33: 1980, t. II), así como participó en el intento de la pacificación
de Vilcabamba, pues fue uno de los intermediarios para que su primo “Sayri
Inga” dejara el valle de Vilcabamba y por este trabajo, recibió del Virrey
Marqués de Cañete la encomienda del valle del “Pasca”(sic) además por ser el
hijo de Mancio Sierra (Mendiburu 396: 1887). Pero volvamos al conquistador. Una
vez instalado en la ciudad del Cusco, continúo con el acopio de fortuna, es así
que durante el reparto de tesoros, le tocó el disco solar que se hallaba en el
templo principal: El Koricancha la cual lo jugó a las cartas y lo perdió en una
noche [3].
[1] Casa o recinto de las serpientes. Garcilaso la denomina como barrio de las serpientes.
[2] Alca durante casi toda la época colonial perteneció al partido de Chumbivilcas (Cusco), hoy forma parte de la provincia de la Unión en Arequipa.
[3] Todos los autores consultados hacen referencia del disco solar, excepto Lockhart, quien asevera que es otra mentira de Sierra de Leguizamo. María Rostworowski, indica que sólo le toco una tapa del mencionado disco. Ricardo Palma escribe una tradición titulada “Perder el sol en u na noche”.
Como dijimos arriba, fue un jugador empedernido, pese a ello gozaba del aprecio de los primeros españoles, es así que el cabildo de la ciudad, poco tiempo después de la fundación lo elige como Alcalde ordinario, quizás no por sus dotes políticos, aunque Garcilaso diga lo contrario: “el cual acudió al servicio de su patria con tanto cuidado y diligencia porque tenía muy buenas partes de caballero” (Garcilaso de la Vega; 126: 1985) sino más bien para apartarlo del vicio de los naipes, esta estrategia dio los resultados esperados, pues el conquistador, dejo el vicio de las cartas por todo el tiempo que ocupo el cargo, entonces lo religieron en varias oportunidades, hasta que llego a “aborrecer el juego” (Garcilaso de la Vega; 126: 1985).
La fortuna le sonreía al conquistador, rápidamente comenzó a hacerse de tierras y casas, éstas últimas en sectores importantes de la ciudad, por ejemplo se afirma que era propietario de un solar en plaza de las Nazarenas en la que antiguamente funcionaba el “Yachay Huasi” o casa del saber. Tord afirma que posteriormente las “canchas” prehispánicas que allí hubieron le correspondieron al conquistador Mancio Sierra de Leguízamo, (Tord; 83: 1977), el testamento que dejó el conquistador, es la muestra de la fortuna que amasó en tierras incas, aunque el testador diga lo contrario y pida ayuda al rey de España para que ayude a sus hijos (Mendiburu; 398: 1887).
Mancio Sierra de Leguízamo, mantuvo la encomienda de Alca en propiedad hasta fines del siglo XVI, para luego hacerse de la posesión su hija Lucía de Leguízamo, ya que Pizarro le encomendó por espacio de dos vidas. Quien parece haber iniciado la caída económica de la encomienda. Para 1606, aparece como la nueva posesionaria de la encomienda doña Juana Rodríguez de Villafuerte, quien administró la crisis de la encomienda, afirmando que para ese año no llegaba a cobrar los tributos, por cuanto el pueblo de Alca había sufrido una baja demográfica debido al crecimiento del río que hizo que los indios se quedaran sin tierra. (De la Puente Brunke;167: 2002).
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